La rueda sin rumbo que logró parar
- Christopher Neftali Alvarenga Portillo
- 8 mar
- 3 Min. de lectura
A día de ahora nos encontramos muchas veces en una inercia existencial: hacemos por hacer, sufrimos por sufrir y al final el sentimiento de soledad y vacío es algo más de lo cual acostumbrarnos. En un mundo en constante movimiento y cambio es casi imposible el detenerse y preguntar “¿Por qué?” pero créeme, puede ser algo revolucionario. A través de muchas corrientes, como la estoica, podemos ver que no todo progreso es progreso, y que el hecho de detenernos no es que signifique que hemos fracasado, es mas una oportunidad de redirección.
A lo largo de toda mi experiencia en esto a lo que le llamamos vida, me he enfrentado a ciertos retos, retos que no han sido a lo mejor tan difíciles, pero que realmente no disfrute, y al final, me ha dado temor el preguntarme “¿Por qué?” por el hecho en que la respuesta que yo mismo me de sea una que no quiero escuchar, a lo mejor no quiero decirla, pero así como me di cuenta que muchas veces el que trabajemos duro no significa que lograremos algo, así tengo que ser fuerte y averiguar el por qué de mi rumbo, así mismo todos, sin miedo de encontrar la verdad o miedo de que todo lo que hayas construido se derrumbe por tus propias palabras, porque al final que chiste tiene crear un castillo donde tu no descanses, donde tu solo pierdas, donde tu te sientas solo, considero mejor tirar 5 años de construcción de algo que no usare a 12 meses de un plan en el que mi ser no se sienta más atrapado por la intriga de la vida, o las preguntas de ella.
Marco Aurelio – "Meditaciones" "Si un hombre no sabe hacia qué puerto navega, ningún viento le es favorable."
En más de una ocasión me he quedado pensando, “¿será que este es mi rumbo?” aveces, pienso que de tantas preguntas anulo mis objetivos, que dentro de muchas preguntas no doy parte a la incerteza de una meta imposible, imposible por mi, por mis limitaciones internas, externas, pero más que todo las que me establezco mentalmente. ¿Las personas con objetivos claros se preguntan si su objetivo es legítimo? No lo creo, no creo que pierdan el tiempo en eso, sino más bien se pregunta, ¿Cómo demonios conseguirlo? Al final creo que el objetivo más legítimo que se puede tener es aquel en el cual no se duda ni de las circunstancias ni de las probabilidades, es aquel el cual nosotros decidimos aceptando la imposibilidad de conseguirlo y así mismo teniendo la fuerza y resiliencia de alcanzarlo.
Con la imposibilidad de las metas.
Friedrich Nietzsche – "Así habló Zaratustra" "Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo."
Es como se indica en esta frase, aquella persona que a pesar de la imposibilidad de las cosas no se pregunta el hecho de que la meta sea difícil, sino, en como demonios llegar a ella, una de las pocas maravillas de esta vida es encontrar ese objetivo, pero considero que la búsqueda no se queda en lo externo, todo lo contrario, creo que para que podamos establecer primero un objetivo realista el cual nos guíe en toda la jornada tenemos que tener al menos un poco de fortaleza mental y física para soportar todo lo que pueda venir con tal de alcanzar esa meta.
Albert Camus – "El mito de Sísifo" "El único problema filosófico serio es el suicidio."
Porque claramente una vida sin objetivo no es una vida, una rueda sin camino no para, y cuando lo hace, cae muerta al suelo, no más esperanzas de seguir, ningún lugar más al que ir, solo la inmensa y plana superficie…
Al final, la rueda sin rumbo puede detenerse, pero no para morir, sino para reencontrarse. No hay vergüenza en pausar el camino si eso significa redirigirlo hacia algo que realmente tenga sentido. No hay deshonra en admitir que el rumbo que llevamos no nos pertenece. La vida no es solo resistencia ciega ni simple avance sin propósito; es también la valentía de detenerse, cuestionar y reconstruir.
Tal vez nunca tengamos respuestas definitivas, tal vez el miedo a derribar lo construido nunca desaparezca. Pero si hay algo cierto es que más vale detenerse por un instante y hallar un porqué, que seguir rodando sin destino hasta que la inercia nos consuma.





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